Llegar a una nueva ciudad para empezar la universidad siempre trae emociones encontradas: ilusión, nervios y muchas cosas por resolver en muy poco tiempo. Para Francisco Xavier Pazmiño, su padre Sergio Pazmiño y su mejor amigo José Ignacio Cobos, este cambio se vive como una verdadera aventura. Ambos llegaron a Pamplona desde Ecuador para comenzar sus estudios en la Universidad de Navarra: Francisco estudiará Filosofía, Política y Economía, mientras que su amigo cursará Economía y Relaciones Internacionales. Aunque no era su primer viaje a Europa, sí era la primera vez que vivían fuera de casa y en otro país, un paso importante tanto para ellos como para sus familias.
Su llegada estuvo marcada por días intensos: abrir una cuenta bancaria, conseguir una tarjeta SIM, conocer la ciudad y adaptarse a su nueva rutina. No hubo mucho tiempo para detenerse a pensar. En medio de todo esto, encontrar un lugar donde sentirse cómodos y bien recibidos era clave. “Vimos varias residencias y Cohousing nos pareció la mejor opción”, recuerda Francisco. Primero llegaron por recomendación de un amigo y luego confirmaron por ellos mismos que la atención era diferente. “Nos ayudaron en todo, desde resolver dudas sobre la mudanza hasta dónde ir a entrenar”, añade José Ignacio. Para ellos, ese acompañamiento marcó la diferencia en un momento de tantos cambios.
Pamplona fue una elección natural. Su colegio en Ecuador organizó charlas sobre la Universidad de Navarra, lo que despertó su interés. Cuando investigaron más sobre la ciudad, les encantó la idea de vivir en un lugar rodeado de naturaleza, parques y un ambiente tranquilo. “Nos pareció un lugar ameno, chévere, donde se puede estudiar y disfrutar”, contaron emocionados. Aunque al principio imaginaron que la ciudad sería más pequeña, al llegar descubrieron que tiene mucho por ofrecer y que todo se percibe nuevo y emocionante.
Convivencia: palabra clave
Uno de los aspectos que más les tranquiliza es vivir juntos. Saber que comparten piso con alguien que conocen les da seguridad, especialmente en los primeros días, cuando todo es desconocido. “Cuando me enteré que Francisco iba a ser mi compañero de cuarto, me gustó mucho, porque ya lo conozco y sé cómo es”, comenta José Ignacio. Sin embargo, también valoran la oportunidad de convivir con estudiantes de diferentes culturas. Su piso cuenta con compañeros de otros países, como un ruso-español, algo que les ilusiona porque les permitirá aprender a convivir y a respetar formas de vida distintas. “No es lo mismo solo hablar con alguien durante un café que compartir el día a día en la misma casa”, explica Francisco.
Ese intercambio cultural resulta especialmente importante para sus carreras. Ambos estudian programas con una fuerte dimensión internacional, así que aprender a convivir con personas de otras culturas no solo les servirá ahora, sino también en su futuro profesional. “Queremos resaltar nuestra cultura y, a la vez, aprender de la suya. En el futuro vamos a trabajar con gente de muchos países y esto nos prepara desde ya”, añade con entusiasmo.
Aquellos primeros días…
Los primeros días fueron un torbellino de emociones para la familia. El padre de Francisco viajó con ellos para acompañarlos en el proceso de acomodación. Aunque al principio se sentía nervioso por dejar a su hijo menor en un país diferente, poco a poco fue ganando en tranquilidad. “Veo que es una ciudad donde pueden estar a gusto y seguros. La gente ha sido increíblemente amable, nos han ayudado en todo, desde el tren hasta el banco”, cuenta aliviado. Esa experiencia incluyó también a Cohousing. “Nos han dado la confianza de que los chicos van a estar bien. Nos han orientado en cada paso, incluso con detalles como el gimnasio o el descuento por ser residentes”, comparte con gratitud.
Después de cuatro días, confía en que los chicos podrán valerse por sí mismos. Esto le da la confianza de regresar a Ecuador sabiendo que Francisco y José Ignacio están en buenas manos.

Mañana será el gran día: la mudanza al piso. Aunque no lo muestran con mucha euforia, se nota su emoción por comenzar esta nueva etapa. “Más que nada queremos asentarnos y empezar a organizarnos”, dice Francisco. Saben que el primer mes será de ajustes: aprender a convivir, adaptarse a los horarios y encontrar un equilibrio entre la exigencia académica y la vida social.
En Cohousing entendemos que este proceso puede ser retador. Por eso, nos enfocamos en ofrecer un entorno donde los estudiantes se sientan apoyados y acompañados. “Nos han hecho sentir como en casa desde el principio”, resume la familia. Nuestro objetivo es que, mientras enfrentan los retos de los primeros días: abrir una cuenta, conocer la ciudad, adaptarse a la universidad, tengan un lugar donde encontrar calma y seguridad. Así como José Ignacio, Francisco y su familia, puedan empezar esta aventura con la certeza de que no están solos.